La ortodoncia siempre ha sido la peor pesadilla para muchas personas, especialmente en la adolescencia que es cuando a muchos les ha tocado llevarla. Hasta hace poco, si el dentista tenía que alinearte la dentadura utilizaba la ortodoncia tradicional con brackets. Un aparato conformado por diferentes hierros y alambres que ejercían presión sobre los dientes para que se colocaran con el tiempo en la posición correcta.
Además del componente poco estético de los brackets que no gusta demasiado, otro problema asociado a ello son los dolores que causaba y la dificultad para mantener una higiene bucal adecuada mientras se lleva puesto. Cepillarse los dientes con los alambres es una tarea más complicada de lo habitual ya que en ocasiones los restos de alimentos quedan adheridos a los hierros. También dificulta la ingesta de ciertos alimentos como pipas, bocadillos, chicles…en general los que suponen un esfuerzo en la masticación, que provoca que algunos brackets se rompan. La práctica deportiva también se ve perjudicada con ello, puesto que si se recibe algún golpe en la boca se pueden provocar lesiones de consideración debido a los hierros, como lo que le ocurrió al jugador de fútbol Diego Bardanca, que tras sufrir un traumatismo mientras jugaba, el destrozo producido fue grave.
Todos estos problemas y más, quedan en el pasado gracias a Invisalign, la ortodoncia invisible. No solo supone una mejora a nivel estético (apenas se ve), sino que también proporciona enormes mejoras en cuanto a la efectividad y a la duración del tratamiento. Los aligners que conforman la férula están fabricados de manera personalizada para cada paciente de forma que se adaptan a sus dientes a la perfección y realizan las fuerzas y presiones correctas en los puntos concretos que el odontólogo experto desee. Primero es el odontólogo el encargado de realizar un estudio al paciente utilizando el escáner iTero y el software Clincheck, dos herramientas dotadas con la última tecnología que permiten al especialista diseñar un tratamiento personalizado y visualizar cómo será el resultado final. Una vez diseñado el plan los técnicos de Invisalign fabricarán los moldes según las indicaciones dadas por el odontólogo.
Menos tiempo y menor precio
Otra muestra de por qué esta técnica se está poniendo a la cabeza es por su duración, que va desde los 6 hasta los 18 meses dependiendo de cada caso, mientras que el uso de brackets suele requerir un tiempo más prolongado. El precio también es un punto fuerte de Invisalign ya que ofrece tratamientos desde los 1.500 euros cuya duración oscila entre los 3 y los 7 meses, y su techo máximo es de 6.000. Los brackets por su parte tienen un coste mínimo de unos 2.000 euros, pero el coste máximo puede alcanzar hasta los 12.000 euros en ciertas ocasiones dependiendo del material y el tipo de brackets utilizados.
Invisalign además no interfiere en las rutinas diarias de comer y cepillarse los dientes, no dificulta la higiene bucal. Al tratarse de una férula extraíble se quita y se pone sin dificultad alguna, con cuidado para que no se rompa ni se doble.
La preocupación por la estética y la salud oral se han incrementado en los últimos años, y como Invisalign satisface de manera muy eficaz estos dos campos se ha vuelto una técnica de ortodoncia en auge que ofrece muchas posibilidades en manos de profesionales y expertos como el doctor Iván Malagón, único dentista español condecorado con el título ‘Diamond Doctor’, la máxima categoría internacional Invisalign.