A pesar de que al 35% de las personas no les salen las muelas del juicio a lo largo de su vida, gran parte de la población todavía tiene este tercer molar. Su erupción se produce en la edad adulta, habitualmente entre los 18 y 21 años y, además de ser el último diente en erupcionar, se sitúa al final de la arcada dentaria.
Tres supuestos en torno a estas muelas
Una persona tiene agenesia de una muela del juicio (cordal) cuando durante su crecimiento y desarrollo no se le forma el germen de la muela del juicio de manera que esta no se llega a formar a lo largo de su vida. Esto está considerado como un signo de evolución de la especie, puesto que la muela del juicio tiende a extinguirse dado que no es el uso del ser humano le da al aparato masticatorio no lo hace necesario.
Por otro lado puede suceder que sí que se forme la muela del juicio pero que carezca de espacio suficiente para erupcionar (salir en la boca) adecuadamente de manera, que se queda incluida dentro del hueso maxilar o mandibular y, en muchas ocasionanes, impactada contra las raíces de los segundos molares, cosa que puede dañar a estas muelas. En estos casos está recomendada la extracción ya que dificulta mucho la higiene puesto que el acceso con el cepillo de dientes está muy limitado o por que pueda afectar a la vida media de dichos segundos molares que si que son muy útiles para la función masticatoria.
Un tercer supuesto puede ser que sí que se forme la muela del juicio y que tenga espacio suficiente de manera que no tiene por que estar indicada la extracción pero hay que asegurarse que, a pesar de tener espacio suficiente, el acceso para mantener una correcta higiene es el adecuado y que los dientes están perfectamente engranados para que la función de masticación no se vea afectada.
Aunque en la mayor parte de los casos la erupción de la muela del juicio sucede sin molestias, muchas personas sufren dolor y malestar durante su erupción. Este dolor puede deberse a múltiples causas. Para erupcionar, el tercer molar va rompiendo la encía que lo cubre. Este hecho puede provocar inflamación e infecciones en la zona (pericoronaritis) lo que causa dolor.
Además, en algunos casos, debido a la posición en la que erupciona, no tiene el suficiente espacio, lo que provoca que parte del molar quede cubierto de encía. Esa encía crea una especie de solapa sobre el diente que puede inflamarse e infectarse debido a la acumulación de restos de alimentos y bacterias en la zona. Realmente, no es el diente lo que duele sino la encía de su alrededor.
El enigma de la muela del juicio
El tercer molar es un diente normalmente innecesario y que no cumple ninguna función esencial. Entonces ¿por qué erupciona? Su existencia era un enigma evolutivo hasta ahora, ya que un grupo de científicos australianos ha resuelto el misterio sobre su presencia en nuestra boca.
Nuestros antepasados tenían un tercer molar pero, a diferencia de la muela del juicio actual, sí que era funcional: su tamaño era cuatro veces mayor y, además, su superficie era plana. Debido a su dieta, necesitaban una superficie de masticación mayor para “moler” alimentos (cereales en su mayoría).
La evolución de ese molar útil hacia nuestra dolorosa y molesta muela del juicio se había relacionado a posibles cambios en la dieta, los avances culturales…simples hipótesis que nunca habían logrado encontrar razones de el porqué de conservar ese diente.
El estudio, publicado en la revista especializada Nature, está relacionado con una teoría sobre la evolución de la dentición en los mamíferos expuesta en 2007 por la bióloga Kathryn Kavanagh, de la Universidad de Massachusetts, llamado modelo de “inhibición en cascada”. Este es un modelo teórico es capaz de predecir el tamaño de los dientes dependiendo del tamaño de las piezas vecinas.
En los homínidos primitivos el tamaño y forma de los molares se debía simplemente a su posición: en la parte posterior de la boca estos eran más grandes y su tamaño era independiente del tamaño de la dentadura. Pero, cuando surgió el genero del que derivamos los humanos actuales esto cambio. El tamaño tanto de los dientes como de la mandíbula se redujo de manera considerable debido, precisamente, a la inhibición en cascada.
Es decir, el tamaño de los dientes empezó a depender del tamaño del resto de la dentadura y no de su posición en la arcada dental lo que hizo que el tercer molar degenerara a la muela del juicio actual, un diente que ha perdido toda función, más allá de causar alguna que otra molestia durante su erupción.
Este estudio, además de explicar de alguna manera la existencia de la muela del juicio, puede ayudar a desarrollar estudios de la evolución humana, demostrando una vez más que nuestros dientes esconden más secretos de lo que pensamos.