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Crean un tejido óseo para las reconstrucciones faciales

Reconstruir lesiones o deformidades faciales ya sea de nacimiento o por algún accidente, es algo bastante complejo. Los principales tratamientos para reparar la falta de hueso suelen ser reemplazar el hueso con metal o masilla ósea de donantes ya fallecidos o el injerto autólogo perfectamente esculpido para que coincida con las características del hueso a sustituir. Esta última opción es la más segura por utilizar tejidos del propio paciente aunque causen una lesión secundaria de la zona de donde se extraiga ese tejido, pero también puede tener el hándicap de que el injerto seleccionado no sea lo suficientemente grande para tallarlo adecuadamente y que encaje correctamente. Además los huesos de la mandíbula deben de tener mucha resistencia para poder soportar la cantidad de fuerza necesaria que se ejerce al masticar.

Ahora un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia ha desarrollado un nuevo tejido óseo que promete solucionar estos problemas. Utilizando la ingeniería genética han logrado insertar con éxito implantes personalizados con células madre en las mandíbulas de los cerdos logrando una interacción y funcionalidad total del injerto. Se ha elegido a los cerdos como animales de prueba porque según los expertos la anatomía de su mandíbula, el tipo y la fuerza que ejercen durante el movimiento son muy similares a las de los seres humanos.

La investigación consistió en sustituir un fragmento del hueso de la mandíbula de los cerdos por con la matriz de un hueso de vaca que sirve de soporte para el injerto. A continuación sembraron el soporte con las propias células madre de los cerdos obtenidas en el laboratorio a partir de su grasa. Una vez implantado se monitorearon durante 6 meses para ver cómo evolucionaban, y los resultados fueron extraordinarios. Los investigadores comprobaron que el hueso trasplantado no tuvo ningún problema y los injertos favorecieron el crecimiento del hueso y lo fortalecieron de manera que toleraba perfectamente la fuerza que ejercían los animales al masticar.

Según Gordana Vunjak-Novakovic, investigadora de la universidad y autora principal del estudio, califica a este hallazgo como “interesante e inesperado” porque “el implante se convierte en una parte integral del cuerpo y seguirá cambiando con él a medida que cambiemos”.

Para confirmar la efectividad de estos tejidos el estudio se utilizaron 6 cerdos que recibieron los implantes modificados por ingeniería genética insertando en ellos células madre, otros 6 cerdos que recibieron los huesos de vaca pero sin células madre y otros 2 cerdos que no recibieron ningún tipo de implante. Los resultados mostraron que los animales que habían recibido los tejidos con células madre tuvieron un mayor crecimiento del hueso.