La impresión 3D se ha convertido en una de las tecnologías de mayor proyección de la actualidad. Hasta hace unos años esta nueva técnica de impresión podría parecer de ciencia ficción pero actualmente ya es posible encontrar impresoras de este tipo a la venta en cualquier tienda de tecnología.
Su uso ya no está limitado al diseño de pequeños objetos. Hoy en día numerosas disciplinas han sabido aprovechar todas las ventajas que esta tecnología ofrece, desde la construcción hasta la salud, un campo en el que esta técnica cada vez muestra más avances.
Como explica el experto en impresión 3D Andrei Vazhnov en su libro ‘Impresión 3D, cómo va a cambiar el mundo’, “las áreas donde las impresoras 3D agregan más valor son aquellas que exigen un alto grado de personalización. Y no hay ámbito que más valore la personalización que la medicina”.
Precisamente en ese valor de personalización es donde radica el interés de la industria médica por esta nueva tecnología, especialmente en la odontología en el que la colocación de prótesis dentales es uno de los tratamientos más habituales.
Uso de impresión 3D para la fabricación de coronas dentales
El uso de tecnología 3D, en la gran parte de las clínicas odontológicas, se centraba principalmente en le diseño. A través de la tecnología de última generación CAD CAM los odontólogos son capaces de hacer un escaneo rápido, y en tiempo real, de la dentadura del paciente y diseñar a través de su ordenador la prótesis o implante que el paciente necesita. Y tras el diseño, el paso siguiente era su fabricación, un proceso completamente artesanal, que en pocos años podría desterrarse.
A pesar de que la fabricación de dientes y dentaduras todavía no se ha extendido, en la actualidad muchas clínicas ya han comenzado a implantar la tecnología de impresión 3D en su quehacer diario. Estas han sabido aprovechar esta nueva tecnología para imprimir, o más bien “esculpir”, coronas dentales. Estas prótesis, también conocidas como ‘puentes dentales’, son fijas y se usan para “completar” un diente que se ha roto o sobre un implante para que este, visualmente, tenga la forma de un diente.
El uso de impresoras 3D permite enviar el diseño hasta el aparato que lo esculpe de manera automática en muy poco tiempo. Este aparato es una fresadora de pequeño tamaño que esculpe diferentes materiales aptos para uso odontológico a partir del modelo 3D diseñado por ordenador. Lo que hasta hace unos años era un proceso largo y arduo de visitas al dentista se puede llegar a solucionar en pocas horas ya que el puente puede ser colocado en la boca del paciente después de ser “impreso”, sin tener que esperar.
Las tecnologías 3D más utilizadas en odontología
Además de las citadas fresadoras dentales, en el ámbito de la odontología, actualmente se utilizan varias técnicas de impresión 3D: impresoras 3D DLP, Polyjet o Projet, estereolitografía o SLA, Sinterizado selectivo por láser o SLS y Sinterizado directo de metal por láser o DLMS.
La impresora 3D DLP funciona mediante luz directa UV. Esta se proyecta en una resina que se solidifica con la forma del objeto deseado. Las impresoras Polyjet funciona como una impresora de inyección de tinta convencional aunque inyectan un fotopolímero líquido de infinidad de colores.
En la estereolitografía se utiliza el láser para convertir una resina líquida en un objeto sólido. En el caso de la tecnología SLS un láser muy potente convierte polvo de plástico en el objeto que deseemos. Por último el DLMS es similar al SLS aunque, en este caso, el polvo utilizado es de metal.
Muchas de ellas no solo se utilizan para la elaboración de implantes. También se elaboran con ellas moldes de la dentadura de pacientes para, de esta manera, probar algunos tratamientos antes de ser llevados a cabo y así evitar molestias innecesarias en el paciente, o férulas.
La fabricación de dientes con impresión 3D cada vez más cerca
A pesar de que la elaboración de coronas dentales con impresoras 3D en las clínicas odontológicas ya es una realidad, la impresión de dientes propiamente todavía es una piscina a la que la odontología todavía no se ha lanzado.
Numerosas empresas están trabajando para desarrollar impresoras que fabriquen dientes que puedan sustituir a las prótesis dentales clásicas. Los implantes clásicos se fabrican con titanio y se atornillan, literalmente, a la mandíbula. Encima se coloca otra prótesis para que esta parezca un diente real. Este proceso, además de largo, es doloroso para el paciente ya que puede tener molestias hasta que se acostumbre a la nueva prótesis. La tecnología 3D permitiría así elaborar piezas dentales personalizadas para el paciente sin necesidad de someterlo a diferentes pruebas hasta dar con la prótesis perfecta.
Además de buscar máquinas que consigan fabricar dientes de materiales con una dureza suficiente para poder simular a un diente real, también se buscan dientes que, además, incorporen otros beneficios para el paciente.
Un grupo de científicos de la Universidad de Groningen, en Holanda, han conseguido desarrollar un diente fabricado con una impresora 3D que es antibacterias. La boca esta repleta de ella y, ante cambios del pH bucal por la ingesta de diferentes alimentos estas se multiplican y es cuándo corremos el riesgo de sufrir numerosas enfermedades como caries o gingivitis.
El proyecto, que está en fase de pruebas, ha conseguido fabricar dientes que son capaces de eliminar el 99% de las bacterias presentes en la boca. El último escollo que deben salvar es conseguir fabricar estos dientes con un material que sea lo suficientemente fuerte para que su dureza sea similar a la de los dientes.
Moldes en 3D para regenerar dientes con células madre
La impresión 3D también se está utilizando para facilitar otros avances científicos. Uno de ellos es la regeneración de dientes con células madre. Un grupo de científicos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, han desarrollado una técnica que permite regenerar tejidos con células madre, entre ellos los dientes.
Y ¿qué papel juega la impresión 3D en ello? Los investigadores se han apoyado en moldes fabricados con impresoras 3D que sirven como guía para el crecimiento de las células. A partir de ese molde se forma el nuevo tejido que, en nueve semanas, da lugar a un nuevo diente.