Es muy habitual ver en la tele o en cualquier otro formato de anuncios los dentífricos blanqueadores que prometen devolvernos el tono blanco de los dientes para poder lucir una sonrisa ideal, pero, ¿de verdad son beneficiosos?.
Antes de responder a esa pregunta hay que centrarse en el eslogan de estos productos, que en prácticamente todos suele ser que te “devuelven el blanco de tus dientes”. ¿Los dientes de verdad son blancos? Lo cierto es que no, ni siquiera cuando somos bebés el tono es puramente blanco, y mucho menos ese blanco nuclear que pretenden vender como algo “sano”. Sí es cierto que con el tiempo y según los hábitos alimenticios y de higiene oral el tono de nuestros dientes puede ir oscureciéndose y tornarse marrón o amarillento, pero lo aconsejable es un blanqueamiento profesional en estos casos.
En los dentífricos existe un índice llamado abrasividad relativa de la dentina (RDA por sus siglas en inglés) que mide el desgaste de la dentina al cepillarse los dientes con un determinado dentífrico. La pasta de dientes, entre otros ingredientes, está compuesta por unos denominados “abrasivos”, unos sólidos cuya misión es el pulido y la limpieza entre los dientes. Estas sustancias facilitan el arrastre de los restos de alimentos que quedan entre los dientes, y aunque tienen mucha eficacia en la limpieza, también perjudican al esmalte si no se utiliza una pasta con un RDA adaptado a cada persona. Los abrasivos más comunes son el fosfato dicálcico, carbonato cálcico, pirofosfato cálcico y la sílice. Según recomienda la Asociación Dental Americana (ADA) los dentífricos cuyo índice RDA sea inferior a 250 se consideran seguros, pero también advierte que aunque una pasta dental tenga un índice RDA inferior a 250 puede causar efectos nocivos en ciertos usuarios que tengan una salud oral más delicada.
La Sociedad Española de Epidemiología y Salud Pública Oral sin embargo mantienen una escala de 0 a 250 y recalcan que en pacientes con problemas orales, como la periodontitis por ejemplo, los dentífricos que utilizan no deberían excederse de un RDA 80.
No es tarea fácil comprar un dentífrico con un RDA adecuado a los problemas de cada uno por varias razones: una de ellas y la principal es que la mayoría de los consumidores desconocen este índice, otra es que aunque se conozca, muchos fabricantes dan poca o nula información sobre el RDA de la pasta dental en cuestión.
Para evitar que se desgaste en exceso el esmalte dental es aconsejable preguntar al dentista qué tipo de dentífrico recomienda según los problemas orales que se tengan, y si lo que se quiere es conseguir una tonalidad de dientes más blanca, antes de ponernos por nuestra cuenta a utilizar cualquier dentífrico blanqueador u otros métodos caseros, lo ideal es acudir al dentista y realizarnos un blanqueamiento profesional. Cabe recordar que la obsesión por tener unos dientes extremadamente blancos puede ser muy perjudicial y caer en la blancorexia, una obsesión con fatales consecuencias.
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