Hace poco ciudades como Berkeley, California, o San Francisco decidieron implantar un impuesto a los productos azucarados como los refrescos con el objetivo de frenar su consumo, especialmente en el público joven, y lograr así una mejoría indirecta en su salud oral enfatizando el consumo de otras bebidas hidratantes más saludables como el agua o la leche.
Los resultados no tardaron en aparecer y según las estadísticas los niveles de compra de este tipo de bebidas descendieron y aumentó el consumo de agua u otras bebidas, algo que a medio y largo plazo se ve reflejado en la salud oral de las personas. El azúcar es el principal enemigo de nuestros dientes ya que las bacterias responsables de las caries se nutren de este producto para generar ácidos que debilitan el esmalte dental. Otros países como México o Reino Unido también están debatiendo implantar este tipo de impuestos a partir del año que viene, y recientemente la ONU ha dado su visto bueno a esta iniciativa.
Ahora California está intentando aumentar las tasas a otro producto que también se encuentra en la lista negra de la salud oral: el tabaco. El Gobierno está debatiendo la propuesta de subir de 87 centavos a 2,87$ el impuesto a cada paquete de cigarrillo, una subida considerable. El objetivo es el mismo que con el de la tasa al azúcar, reducir el consumo de este producto especialmente en el público más joven. Además, de aprobarse, lo recaudado iría para sufragar los seguros médicos dentales, ayudar a dejar el tabaquismo y para financiar el plan de salud oral californiano.
La Asociación dental de California (CDA por sus siglas en inglés) está muy de acuerdo con dicha medida y cree que con este aumento del precio de los cigarrillos el consumo descenderá notablemente. Según su análisis, por cada incremento del 10% , se reduce en un 7% el consumo de tabaco en adolescentes.
Un producto muy dañino con la salud oral
El tabaco es altamente nocivo para la salud en general y para la salud oral en particular. El tabaco altera el equilibrio bacteriano de la boca y favorece la formación de la placa dental. También provoca mal aliento, hace que las encías se oxigenen peor y se oscurezcan, afea los dientes dotándoles de un color amarillento y aumenta muchísimo el riesgo de sufrir cáncer oral y de pulmón. Además, estudios recientes también han determinado que aumenta la pérdida de hueso y de piezas dentales.