Os presentamos un nuevo caso tratado mediante la ortodoncia invisible Invisalign, en concreto Invisalign Teen. El paciente era un niño de 11 años, en pleno crecimiento, que sufría una mordida cruzada posterior. Su dentición era mixta de primera fase, es decir, tenía los dientes permanentes que salen a los 6 años pero todavía no había comenzado el recambio de la segunda fase de dentición, que comienza a los 11 años: no habían caído ni los caninos temporales ni los molares temporales.
Como hemos indicado, el niño tenía una mordida cruzada posterior unilateral izquierda que estaba provocando una desviación de la mandíbula hacia el lado izquierdo y una proyección anterior que hacía que su postura se viera muy afectada.
Además, como se puede observar en la primera imagen intraoral, también tenía una desviación de las líneas medias de unos 6 milímetros y un canteo del plano provocado precisamente por esa mordida cruzada. Esto estaba provocando una desviación en el crecimiento del niño, hacía que esta no fuera armónico ni simétrico. Debido a ello, era necesario saltar esa mordida cruzada y guiar la erupción de los dientes que debían ir saliendo a lo largo del año para que estos tuvieran un correcto engranaje.
En las imágenes puede verse la evolución intraoral de los dientes del niño. En la segunda ya puede observarse como las líneas medias están centradas y la mordida cruzada está saltada. Además, los primeros molares y el premolar están en una mordida adecuada.
Desde ese momento gracias a Invisalign Teen, y a la correcta planificación de todo el tratamiento, fue posible guiar la evolución de los dientes que debían ir saliendo para que estos erupcionaran en la posición correcta.
En las imágenes finales de la sonrisa del niño puede verse como además de alinear los dientes y saltar la mordida cruzada se ha conseguido corregir su postura. El niño dejó de tener esa proyección anterior y se consiguió que estuviera completamente recto.
En las personas que tienen mordida cruzada es habitual, además, que sobrecarguen un pie más que otro. Por ello es habitual llevar a cabo una serie de registros estabilométricos que lo analicen. Como puede verse, al inicio del tratamiento el niño sobrecargaba más el pie derecho por culpa, precisamente, de su mordida cruzada.
En la segunda imagen pueden verse los registros tomados al final del tratamiento en los que se observa como el joven ya ha distribuido su peso en ambos pies. Esto muestra que corrigiendo esa mordida cruzada es posible corregir la postura y que las cargas se distribuyan correctamente.