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Nuevo uso del bótox para los que sufren el síndrome de Sjögren

Ya hemos explicado en anteriores artículos en qué consiste el síndrome de Sjögren, una enfermedad inflamatoria autoinmune que también afecta a la salud bocal disminuyendo la producción de saliva.

Esta disminución hace que aumente el riesgo de caries debido a la sequedad bucal que provoca la reducción de saliva en la boca. Además provoca dificultad para tragar los alimentos sólidos ya que la saliva es fundamental para formar el bolo alimenticio. Otro inconveniente asociado a esta patología es la parotiditis, que se trata de la inflamación de las glándulas salivales de ambos lados de la cara.

Una de las características de este síndrome por la reducción de la producción de saliva, pero, ¿a qué se debe? En ocasiones esta enfermedad hace que se generen células inmunes que al insertarse en las glándulas salivales deterioran los conductos que transportan la saliva. Debido a ello se produce menos saliva en la boca pero a la vez se acumula en exceso en las glándulas, lo que desemboca en infecciones y en una producción mínima de saliva.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Sídney aplicó bótox a una paciente de 65 años  que llevaba alrededor de una década sufriendo episodios de parotiditis y más de 30 años padeciendo el síndrome de Sjögren. La teoría por la que aplicaron la toxina botulínica era que al reducir la producción de saliva se podría reducir también la posterior acumulación de esta.

Al principio le inyectaron botox cada 3 meses y después cada 4, y los resultados fueron muy positivos. Después de 3 años Desaparecieron los síntomas de la parotiditis y además no necesitó antibióticos desde la segunda inyección ni tuvo otras complicaciones.