Como os hemos explicado en anteriores artículos, la boca muchas veces nos puede dar pistas de patologías y enfermedades. Ejemplo de ello es la sensación de que la boca nos sabe a metal.
En la mayor parte de los casos esta “señal” suele ser benigna y se debe, simplemente, a una mala higiene bucal pero, a veces, ese sabor metálico puede ser el signo de otras patologías y se convierte en la manera que tiene nuestro sentido del gusto de ponernos alerta.
- Mala higiene dental. No cepillarse los dientes con regularidad puede provocar infecciones en tu dentadura y tus encías, como la periodontitis o la gingivitis. Estas pueden ser las responsables de ese sabor metálico, que desaparecerá cuando trates la infección.
- Medicación. Algunos medicamentos, al ser absorbidos, llegan hasta la saliva. Además de causar xerostomía, es decir, secar la boca, pueden afectar también a las papilas gustativas generando ese sabor a metal.
- Vitaminas. Algunos complejos vitamínicos que se comercializan sin receta contienen metales en su composición cuyo sabor se hace notar en la boca. Este desaparece cuando el cuerpo procesa los comprimidos ingeridos. De no ser así, es recomendable acudir al médico para que revise la dosis que estás consumiendo porque puede ser muy elevada.
- Infecciones de las vías respiratorias. Resfriados, catarros, sinusitis…con la llegada del frío las infecciones en las vías respiratorias aumentan. Estas, además de hacer que tengamos la nariz roja durante varios días, pueden provocar que el sentido del gusto cambie y notemos sabores extraños, aunque este volverá a la normalidad cuando la infección pase.
- Cáncer. La quimioterapia y la radiación son los dos tratamientos más frecuentes para combatir el cáncer. Los pacientes que están siendo tratados con ellos pueden notar un sabor metálico durante las sesiones de quimio o radioterapia.
- Embarazo. Entre otros signos, el embarazo suele provocar que el sentido del gusto de las mujeres cambie y noten sabores extraños, como sabor a metal.
- Demencia. Las papilas gustativas están conectadas a los nervios del cerebro. Las personas con demencia suelen tener alteraciones en el gusto ya que la parte del cerebro relacionada con ello no funciona correctamente.
- Enfermedades renales. La uremia, la acumulación de desechos en la sangre, puede provocar que la comida sepa diferente y tengamos mal aliento. Ese cambio en el sentido del gusto, además, puede traer consigo ese sabor a metal.
- Alergias e intoxicaciones. El sabor metálico también se ha identificado como el síntoma de alguna alergia alimentaria. Además, también lo relacionan con la intoxicación con pescado, especialmente de pescados como el atún, la caballa o el bonito.
- Diabetes. Al tener una subida de azúcar se pueden notar sabores en la boca que van desde el dulce hasta un sabor metálico. Estos cambios en el gusto se pueden dar tanto en hiperglucemias como en hipoglucemias.