En cuestión de enfermedades orales tales como la gingivitis, la periodontitis o las caries, entre otras, la mejor forma de prevención es tener unos buenos hábitos de higiene oral tales como cepillarse los dientes a diario, utilizar la seda dental, colutorios y evitar los alimentos y bebidas que contengan gran cantidad de azúcar. También se hace hincapié en no olvidarse de las encías y la lengua, las grandes olvidadas durante la limpieza, y se recomienda limpiar las encías con el cepillo de forma suave y hacer lo mismo con la lengua, para evitar que se almacenen bacterias.
Recordamos que la gingivitis consiste en la inflamación y sangrado de las encías que puede acabar derivando en periodontitis si no se trata adecuadamente, y la enfermedad periodontal destruye los tejidos de soporte de los dientes, lo que ocasiona que se acaben perdiendo las piezas dentales. Además de la higiene bucal, un estudio piloto de la Unversidad de Freibug, en Alemania, ha revelado que realizar ciertos cambios en la dieta diaria puede reducir los niveles de inflamación.
El estudio evaluó a 10 pacientes divididos en dos grupos a los que se les modificó la dieta durante cuatro semanas. Los cambios consistieron en una dieta baja en carbohidratos y rica en Omega-3, vitamina C y D y antioxidantes y fibra. El grupo de control no modificó nada su dieta para que los expertos pudieran comprobar bien cómo afectaban las modificaciones.
Los resultados mostraron que los cambios instaurados habían logrado que el grupo experimental (los que sí cambiaron su dieta) redujese a la mitad los niveles de placa, sangrado gingival, profundidad de sondaje y sangrado al sondaje. Por tanto, según sus conclusiones, alteraciones en la dieta que impliquen reducir los carbohidratos y aumentar los niveles de Omega-3, vitaminas C y D y fibra, beneficiaría para combatir los síntomas de la inflamación periodontal.
Para seguir esta dieta hay que ingerir más alimentos ricos en Omega-3, que se encuentra principalmente en las plantas, por lo que los frutos secos, las frutas y los aceites vegetales son muy recomendables. También existen alimentos de origen animal ricos en este componente como el pescado azul, el huevo y el marisco.
En cuanto a las vitaminas C y D se encuentran habitualmente en las frutas y las verduras, y en el caso de la vitamina D, esencial para la fijación del calcio en los huesos y dientes, también se encuentra en el huevo, el pescado o la leche, entre otros.