La ortodoncia es la ciencia que estudia la técnica para aplicar un tratamiento bucodental que nos permita alinear mejor los dientes, como Invisalign, modificar mordidas y evitar problemas de salud asociados. Mediante la fuerza mecánica que ejercen algunos aparatos conseguimos aplicar presión en los dientes y cambiar su posición en la base del hueso de la encía.
El objetivo no es solo dejarlos alineados para que visualmente nuestra sonrisa sea más armónica. Más importante es conseguir que la mordida funcione adecuadamente, porque cada vez que masticamos o deglutimos, los dientes de arriba entran en contacto con los de abajo. Si hay una sobrecarga porque no están bien encajados, se produce una maloclusión. Esto produce que el diente se vaya desgastando, transmita esa fuerza a través del ligamento periodontal hacia el hueso alveolar y, al final, la encía se vaya retrayendo.
La única solución es alinear correctamente los dientes para que las cargas se repartan a lo largo de los dientes y evitar la sobrefuerza durante la masticación.
No importa la edad que tengas, o si eres ya una persona mayor. Sólo depende de la pericia del odontólogo, porque todos podemos beneficiarnos del tratamiento. Es el profesional el que debe individualizar el tipo de abordaje y calcular bien las fuerzas que debe aplicar para evitar que el tejido sufra.
Al dentista hay que ir desde que nos sale el primer diente, y como muy tarde la primera visita se puede retrasar a la etapa de la dentición mixta, alrededor de los seis años. Además, el que el niño tenga visualmente los dientes alineados no quiere decir que tenga una buena salud bucodental.
Debe presentar además un engranaje correcto con la cara antagonista. Si no, podemos estar ante una mordida abierta o cruzada, la cual se debe tratar entre los 6 y 12 años. Si la maloclusión no se detecta a tiempo, se podría desarrollar una disarmonía esquelética y entonces sólo queda recurrir a la cirugía a partir de los 18 años. Es preferible un tratamiento de ortodoncia precoz.