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Ventajas de la fisioterapia para tratar traumatismos bucales en niños

Al hablar de fisioterapia inmediatamente pensamos en la rehabilitación tras sufrir alguna caída o accidente para que la parte afectada (brazo, pierna, hombro, rodilla…etc) recupere la funcionalidad y podamos volver a hacer vida normal sin dolor. En general, cuando nos rompemos un brazo, una pierna o algún ligamento, entre otros problemas, es lo que más asociamos con la fisioterapia, pero, ¿qué pasa con los traumatismos que afectan a nuestra boca? ¿también llamamos a un fisioterapia? Según una última investigación realizada en la Universidad Al Azhar de El Cairo, Egipto, deberíamos.

En el estudio participaron 86 niños entre 3 y 17 años que habían sufrido traumas bucales o fracturas mandibulares. Comprobaron que los que se sometieron a una terapia de ejercicios diarios supervisados por los profesionales se recuperaban de una forma más rápida y plena que los que no acudían a la fisioterapia. Los expertos recomiendan seguir este tipo de terapia tras las operaciones pertinentes de forma regular e intensa para prevenir posibles discapacidades permanentes en los pequeños como problemas en la articulación temporomandibular (ATM), rigidez, dolor crónico, pérdida de funcionalidad o problemas de crecimiento de la mandíbula.

¿Cómo lograr este proceso con niños?

Lo primero de todo es informar a los padres de los riesgos que implica no seguir la terapia, y una vez concienciados, los expertos aseguran que en menores de 12 años es más eficaz que los ejercicios estén supervisados por los cirujanos, para que se aseguren de que se realizan de la forma correcta. Estos ejercicios, que algunos implican herramientas especiales para que el paciente mantenga la mandíbula abierta durante cierto tiempo, logran que no se pierda la funcionalidad del músculo, la formación y contracción de tejidos blandos o la cicatrización de tejido interno.

Explican que tratar a niños con estos problemas tiene un reto añadido (además de lograr su cooperación en la fisioterapia), y es el tamaño de sus huesos maxilofaciales, que es diferente que el que adquieren al ser adultos además de tener un proceso de cicatrización más rápido, más riesgo de trastornos de ATM y hay que tener en cuenta su potencial de crecimiento. Tras la fisioterapia de los sujetos de estudio comprobaron que al cuarto mes los menores volvieron a su tamaño de apertura bucal, y al sexto, ya poseían medidas fijas.